viernes, 30 de octubre de 2009
Montañas rusas
Por lo visto, estoy en una época de dar nuevas oportunidades.
Primero ha sido a Virginia Woolf. Sigo con Mrs. Dalloway, que sigue maravillosamente compleja, pero adelante.
Ahora es Almodovar. Tengo la sensación con Almodovar, o por lo menos hasta ahora la he tenido de que ofrece una de cal y una de arena. Que hace una película inspirada y una que no lo es tanto. Aunque dentro de lo excelente también hay grados, y no nos engañemos, una película mala de Almodovar es todavía superior a la media que nos ofrece la cartelera.
Hoy le ha tocado a La Flor de mi Secreto. Cuando la vi por primera vez, hace ya 11 años, pensé que era una peli boba, exagerada y sin substancia, sin color. Que contaba una historia que nadie podría creer nunca y que no se soportaba por ningún lado.
Señal de haber vivido son también las marcas del dolor que eso mismo te ha causado. La película habla de dolor, del final de una relación, de una persona apasionada en exceso que necesita un par de ostias que la ayuden a empezar una vida, porque lo que está haciendo no es vivir, sino sufrir. Que capacidad tenemos las personas, a menudo, de ponernos muros secretos e invisibles que nos hacen permanecer en montañas rusas que nunca parecen terminar hasta que uno algo o alguien hace algo. Puedo decir que soy más maduro, y que reconozco los sentimientos de la película, aunque desde luego no comparto muchos de ellos (algunos si, que le vamos a hacer) Ver reflejados en aspectos menos agradables da que pensar. Y también ayuda a buscar soluciones.
Si madurar es entender. me alegra mucho envejecer y hacerme mayor. Y ver, entender, aprender y solucionar.
Y que dure.
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3 comentarios:
me reconozco totalmente en lo que escribiste... de montañas rusas se hace mi vida... y, aunque a veces me gustaria viajar en llano, sigo caiendo para volver a subir... pero, al final, a esta altura me gusta mas lo que veo.
Si, desde lo alto hay una vista maravillosa, estamos de acuerdo. Que lastima no poder estar siempre alli :)
Però recordeu que les (baixes) passions estàn allà baix...
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